sábado, 25 de agosto de 2012



II
Hace meses que lucho con tu imagen con tu ausencia y con el patetismo de encontrarme atrapada en una historia que no fue.
 Hace meses que no te veo, exactamente ocho. Pasando así fechas importantes:  desde navidad, la llegada del 2012, mi cumpleaños y  el recuerdo de que hace un año estaba viajando a verte.   
Supongo que soy media gata flora ....  pega con mi nombre, y con la forma en que vos me decías… Algo de eso terminó siendo cierto;  en el preciso momento en que cancherié y temí lastimarte, estaba descubriendo mi dolor, y con él tu indiferencia.  
Todavía recuerdo ese día todos los nervios al subirme a ese micro, y la relajación resultante del que supo convertirse en un refugio  a través  del paisaje. Que como a suaves pinceladas se impregnaban en mis ojos desde la ventanilla.
 La misma distancia que mucho tiempo te dije, era demasiado larga, se convirtió para mí en el oasis de entre semana, y hoy realmente lo extraño. “Me hice experta en el viaje, en  las paradas, y los horarios”.
Llegué a esa terminal, un 14 de julio de 2011. Parezco muy patética al acordarme no?  Pero tiene un sentido, al otro día era mi cumpleaños.Llegué,  me sorprendió que el chofer del “Atlántida” me saludara. Por un momento sentí que había hecho un viaje de larga distancia, y que me encontraba en otra provincia.
 Me baje, mirando para todos lados, con una mezcla de ansias y  miedo. Tenía un nudo en la garganta, moría de nervios. Llegaste puntual, estacionaste la “parka”(como le decís vos), bajaste la ventanilla te vi sonriendo, sujeté mi tapado, y entré.
TE VI! Un pequeño rayo de sol te pegaba en la cara y jugaba con el tono del sweater  beige que tenías puesto,  logrando que  se iluminase más el color de tu pelo cobrizo, tus ojos y tu boca.
Recuerdo tus palabras fueron algo así como….
-         Más no podía tardar ese colectivo no?
 Tu impaciencia me movilizó. Sonreímos  como quien sonríe con cada poro de su ser, y luego nos besamos.  Sentí tu perfume, tu piel, te miré como nunca antes te había mirado. Me di cuenta que  se abrieron unos ojos distintos en mi esa tarde. Pude reconocerte, como quien descubre que el destino ya fue escrito y solo hay que mantenerse en el cause de su cumplimiento.

[SINCERIDAD BRUTA: Todo lo te  que dije para ocultarlo a partir de allí fue en vano, Y UNA COMPLETA MENTIRA. Yo sabía desde el primer instante, que no tenía posibilidad de controlar por primera vez algo, y que el impulso que me superaba en dimensión solo haría lo propio.]

Fue así. A partir de ese momento,  me adapte a vos, como si fuera una parte perdida de tu cuerpo.  Y con el tiempo se hizo claro para mi. Con vos sentía que era mucho más que un ser. Algo más que un algo cubierto por piel, y rellena de organos...
Pasaron tardes, jornadas y maratones de horas, de risas, de mimos, de historias, de lagrimas, de abrazos. Abrazos que supieron  fundirse en un solo cuerpo, pude sentir tus dolores. Y creo, vos pudiste sentir los mios. Fuiste el remedio más dulce, aunque adictivo.
Todavía me veo, en el auto o en ese cuarto, muriendo de risa. Me veo pasando la barrera y sintiendo la adrenalina de infringir una estúpida ley (no dejar pasar gratis, a quien un auto es mucho más que un lujo, son sus piernas). Todavía me encuentro, y veo toda esa gente mirándome bajar primero, sacar la silla y violar toda norma envejecida de caballerosidad.  
Me sentía la persona más importante de la tierra, y realmente por primera vez en la vida, no me importaba que dijera el mundo.
 El mismo mundo que a partir de ese momento se hizo ajeno, porque lo  encontré, lleno de prejuicios y solo  con gente dispuesta a brindar su lastima, más que su atención sincera. La óptica de mi cabeza cambio por completo…me di cuenta que tenía una capacidad para abstraerme del mundo  y solo levitar, era la sensación más placentera que había conocido hasta el momento. Pero poseía un limite. Sólo podía hacerlo cuando estaba con vos.
Allí si nada podía contenernos : ni un cuerpo,  ni una silla, ni carteles, ni miradas, ni nada.
 Siempre estuviste completo los fragmentos no existían para mi cabeza. Siempre te vi corriendo, corriendo y cuasi volando. Así te imaginaba al extrañarte, así te imagino todavía. Alto muy alto, tu cuerpo, tiene forma, y es un torbellino de sensaciones.
Ni siquiera unas ruedas sofisticadas te alcanzan, ni una mirada, ni un pasado, ni un maldito accidente. Creciste, creciste y lo superaste todo.
Mi temporalidad, mis vacíos, mis palabras, mis sentimientos y el dolor.
 Lo aprendí de vos, todavía tu frescura, y tu sensibilidad me enseñan. 

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