II
Hace
meses que lucho con tu imagen con tu ausencia y con el patetismo de encontrarme
atrapada en una historia que no fue.
Hace meses que no te veo, exactamente ocho.
Pasando así fechas importantes: desde
navidad, la llegada del 2012, mi cumpleaños y el recuerdo de que hace un año estaba viajando
a verte.
Supongo
que soy media gata flora .... pega con
mi nombre, y con la forma en que vos me decías… Algo de eso terminó siendo cierto; en el preciso momento en que cancherié y temí
lastimarte, estaba descubriendo mi dolor, y con él tu indiferencia.
Todavía
recuerdo ese día todos los nervios al subirme a ese micro, y la relajación
resultante del que supo convertirse en un refugio a través del paisaje. Que como a suaves pinceladas se
impregnaban en mis ojos desde la ventanilla.
La misma distancia que mucho
tiempo te dije, era demasiado larga, se convirtió para mí en el oasis de entre
semana, y hoy realmente lo extraño. “Me hice experta en el viaje, en las paradas, y los horarios”.
Llegué
a esa terminal, un 14 de julio de 2011. Parezco muy patética al acordarme
no? Pero tiene un sentido, al otro día
era mi cumpleaños.Llegué, me sorprendió que el chofer del “Atlántida”
me saludara. Por un momento sentí que había hecho un viaje de larga distancia, y
que me encontraba en otra provincia.
Me baje, mirando para todos lados, con una
mezcla de ansias y miedo. Tenía un nudo
en la garganta, moría de nervios. Llegaste puntual, estacionaste la “parka”(como le decís vos),
bajaste la ventanilla te vi sonriendo, sujeté mi tapado, y entré.
TE
VI! Un pequeño rayo de sol te pegaba en la cara y jugaba con el tono del sweater beige que tenías puesto, logrando que se iluminase más el color de tu pelo cobrizo,
tus ojos y tu boca.
Recuerdo
tus palabras fueron algo así como….
-
Más no podía tardar ese
colectivo no?
Tu impaciencia me movilizó. Sonreímos como quien sonríe con cada poro de su ser, y
luego nos besamos. Sentí tu perfume, tu
piel, te miré como nunca antes te había mirado. Me di cuenta que se abrieron unos ojos distintos en mi esa
tarde. Pude reconocerte, como quien descubre que el destino ya fue escrito y
solo hay que mantenerse en el cause de su cumplimiento.
[SINCERIDAD
BRUTA: Todo lo te que dije para
ocultarlo a partir de allí fue en vano, Y UNA COMPLETA MENTIRA. Yo sabía desde
el primer instante, que no tenía posibilidad de controlar por primera vez algo,
y que el impulso que me superaba en dimensión solo haría lo propio.]
Fue
así. A partir de ese momento, me adapte
a vos, como si fuera una parte perdida de tu cuerpo. Y con el tiempo se hizo claro para mi. Con
vos sentía que era mucho más que un ser. Algo más que un algo cubierto por piel, y rellena de organos...
Pasaron
tardes, jornadas y maratones de horas, de risas, de mimos, de historias, de
lagrimas, de abrazos. Abrazos que supieron fundirse en un solo cuerpo, pude sentir tus
dolores. Y creo, vos pudiste sentir los mios. Fuiste el remedio más dulce,
aunque adictivo.
Todavía
me veo, en el auto o en ese cuarto, muriendo de risa. Me veo pasando la barrera
y sintiendo la adrenalina de infringir una estúpida ley (no dejar pasar gratis, a quien un auto es mucho más que un lujo, son sus piernas). Todavía me encuentro,
y veo toda esa gente mirándome bajar primero, sacar la silla y violar toda
norma envejecida de caballerosidad.
Me
sentía la persona más importante de la tierra, y realmente por primera vez en la vida, no me importaba que dijera el mundo.
El
mismo mundo que a partir de ese momento se hizo ajeno, porque lo encontré, lleno de prejuicios y solo con gente dispuesta a brindar su lastima, más que su atención sincera. La
óptica de mi cabeza cambio por completo…me di cuenta que tenía una capacidad
para abstraerme del mundo y solo levitar,
era la sensación más placentera que había conocido hasta el momento. Pero poseía un limite. Sólo podía hacerlo
cuando estaba con vos.
Allí
si nada podía contenernos : ni un cuerpo, ni una silla, ni carteles, ni miradas, ni
nada.
Siempre estuviste completo los
fragmentos no existían para mi cabeza. Siempre te vi corriendo, corriendo y
cuasi volando. Así te imaginaba al extrañarte, así te imagino todavía. Alto muy
alto, tu cuerpo, tiene forma, y es un torbellino de sensaciones.
Ni
siquiera unas ruedas sofisticadas te alcanzan, ni una mirada, ni un pasado, ni
un maldito accidente. Creciste, creciste y lo superaste todo.
Mi
temporalidad, mis vacíos, mis palabras, mis sentimientos y el dolor.
Lo aprendí
de vos, todavía tu frescura, y tu sensibilidad me enseñan.
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