jueves, 28 de marzo de 2019

Nuestra propia leyenda

A mi amigo trasandino. 



Era la noche de luna en Sangre. Si! estabamos ahí, en "El bosque de los brujos". Sí! así como te lo digo.
Era la primer noche, y aún no había caído de todo el sol. Nos rodeaban arboles. - yo no sé nada de arboles, aún me lo debo- eran altos, muy altos y muy elásticos.  Nos hacían sombra casi como un techo, a no ser por los desteyos de claridad que caían de una manera totalmente irregular, como sombra de mil estrellas.
 
   Cuando comenzaba a escurrirse la luz, hicimos el fuego. Las llamas no paraban de bailar, latía y revivía cuando empezaba a morir. La pequeña brisa hacía resonar el ruido del río que nos costeaba y completaba el paisaje musical.

El silencio, y el arrebato de algún comentario que se agolpa en la mente, traía alguna canción para completarlo.

De repente ante nuestros ojos apareció.  Estaba lo suficientemente alejado para que nos permitiera verlo y no alarmarnos. Era mediano, como un perro grande. Cómo Hamelin quizá. Tenía una cola larga, y pomposa, miles de pelos construían ese pelaje. Caminó daba vueltas por el lugar. Estaba tranquilo era su espacio.

Nos quedamos sorprendidos, empezamos a hilvanar todas las simbologías de los trazos violetas que habían sobrevolado todo, como una canción de cuna que acompaña el instante de llegada al sueño y va relajando cada parte del cuerpo.

La luna estaba en sangre, pero no lo supimos sino por el festejo de otros.  Su hocico era largo al igual que su cola. Era un zorro, como cuando aparece la luna. No sabíamos su sentido, sólo después lo descubrimos.
Reímos y el color de la luna nunca miramos, mejor, imaginamos.  Las proyecciones de su luz nos estaban sucediendo arriba de nuestras cabezas.

Lo que pasa e ignoramos, aún nos atraviesa. Ocurre por o sin nuestro deseo. El baile con eso que pasa es a lo que nos enfrentamos. La música, el juego entre los sonidos y las palabras.  Distintos lenguajes entrelazándose en el canto de cuentos y anécdotas arrojadas al viento.
Edgardo- Gerardo- Eduardo- Naniardo. El blues de Hamelin
Risas y humos nos envolvía, el fuego bajaba,  galopaba bajito. Apenas aleteaba.  La temperatura, también y el cansancio de horas nos venció en sueños.
Al otro día, aún el clima estaba templado. Al salir aún estaba ahí. El fuego no se había ido. Había bailado, superando el amanecer.
Lo comprendí. La luna trajo al zorro, el zorro trajo el fuego, y el violáceo de los días nos corría y encantaba.


Su voz es como la de un duende.
Te invita a un mundo de magia.

Otras, en cambio puede ser la voz de la ciudad
la conciencia en la noche tumultosa.


No salen a divertirse. Salen a mostrar que se divierten.

El goce está en la mediatización del momento.

Se miran en el reflejo que es suyo, pero no son ellos. Es la interpretación arbolistica de un elemento digital que se parece, pero no. No  son.

Soy feminista

No soy feminista por conciencia, ni por empatía. Eso sería hasta más noble.

Soy feminista porque me traspasó el cuerpo.

No sólo porque las imágenes que nos resuenan, nos dan escalofríos.

Sino porque el mismo patriarcado desordenó mis órganos. La rabia sale de mi.

Como reflejo, aún gobierna mis tripas.


El amor agudiza mis inseguridades.

La soledad el lugar que aprendo a habitar.

  Se completa con gente. 

Quisiste invadir todo.
La psiquis puede superar la corporalidad.
Lo material se desintegra.
¡Qué poder!
Si pudieras ponerlo en otro lado, si dejaras que el arrollo de tu furia se encausara naturalmente.

Si lograras hacer resonar tu pecho con aquello que te mueve.
Serías tan grande, serías inmensa!

Hay una fuente inagotable de poder en la acumulación, en la sumatoria de enojos, de incomprensiones, de rechazos. Lo entiendo, quise hacerlo.

Por la potencia de tu furia, se corrió el eje del universo estable que tenía.
Lograste corromper el humor que tanto custodio.

Yo, sin embargo navego en los despojos.
Camino por tus frases, te desarmo, desactivo tus propuestas.
Te canto a lo lejos.
Para que entres en paz.

Cuando tenga un perro ya se como le pondré: Crisóstomo

Porque la pose importa, y el snobismo también.
La risa por la forma extraña de un nombre inesperado en una masa peluda moviéndose por todos lados

Imagino a mi Crisóstomo.  Tendré que acostumbrarme a llamarlo. No es tan fácil nombrarlo pero creo que me puedo acostumbrar.

Crisóstomo, no será de esos perros estrellas, que sorprenden con su inteligencia.
No necesito tanto, sólo quiero una masa peluda emanando calor, caminando cerca mio.
Con que algunas veces se tire a dormir cerca de mis pies, que pueda sentir esa sensación
de la tibieza de un cuerpo, velludo cerca mio. Ese jadear, ese existir sin importar lo que esté pensando. No tendrá grandes ambiciones para su día, ni para los vengan, ni nunca.

No necesito que sea el tipo de perros que haga trucos, yo si fuera uno no sabría hacerlos
(porque no los sé ahora).
Ni que su ladrido emule un idioma, no necesito que responda a mis llamados ni que juguemos a la conversación sin respuesta.
Tampoco necesito que ocupe la cama cuando se encuentre vacía sólo para olvidar su frialdad.
No necesito que me mire complaciente, como si entendiera algo, cuando todos sabemos que eso es imposible.

Crisóstomo, será llamado para la pregunta. Para la investigación, para que busquen cómo? Por qué?
el que me obligue a salir cuando la cueva se cierra en sí y yo la dejo poseer.
Estará sólo para mi, para mi propia conveniencia, para mi propio bienestar, por mi propio egoísmo. Como todos los perros.




domingo, 24 de marzo de 2019

La pedagogía del dolor

La empatía de la cicatriz que aún vemos
los dolores viejos que siguen presentes, mitigados por el tiempo y los aprendizajes

 "...deberás amar
amar, amar hasta morir
y deberás crecer
sabiendo reír y llorar..."

Me repetí incansablemente al oído.

Ahí estamos, con toda nuestra rotura mirándonos,

deseándonos. 
Unimos en abrazos los fragmentos que nos forman. 
Con fuerza nos sostenemos para no desarmarnos. 

Puedo mirarte y bucear en tus penas, 

y vos en un susurro traerme a la calma.



DECENCIA

Ponerte en palabras, ha sido la catarsis necesaria.

Catarsis que vos si hiciste, y a mi
sólo me dejaste el silencio.

Me obligaste a pensarte, aunque yo me resistí.
Me obligaste a desmenuzar cada una de las cosas que dijiste, puro torbellino de odios que elegiste depositarme.

Escucho música, calmo así mis órganos, los desordenados.
¿Qué es la decencia?
El que respeta la "moral y las buenas costumbres"
¿Qué es lo moral?
¿Y qué lo bueno?

Nada de eso tiene sentido.
Nada de la energía desgastada tiene un fin.

Es un juego del que no queres salir,
y cuando miras estás jugando sola.

La víctima se convierte en el victimario que odias.
El que  posee sin preguntarlo.El que te quita a vos, te borra.
Te ignora. Te usa y te deja.

Nuestros fantasmas aparecen en la noche nebulosa todo el tiempo.
Aprendemos a vivir con su constante presencia.
Es necesario nombrarlos, identificarlos. Somos nuestro propio monstruo que en la soledad se latiguea en el silencio que se forma de graves.

Aprendemos a transitarlos,
a habitar el presente que andamos.
Hacernos cargos de nuestra propia existencia,
plagada de la contradicción entre el deseo y la acción.







PUTA

Emergemos a nuestra animalidad
nos arrojamos a su furia.
Las palabras y las cosas
Las palabras que nos marcan y desmarcan.

En el mundo de las categorías que se nombran con palabras, me desprendo de ellas.

Las uso sólo como el puente de una conexión que elijo.
Me repito en la mente, y activo mi cuerpo con un nombre  cargado de odio, desprecio, silencio.

PU---------TA.

El nombre de la libertad.  El cuerpo de la independencia, el estigma  del que me apropio, y río

P -  de primitiva
U - de única
T - de temible
A-  de Audaz

La repito en cada conversación, me hablo en ella.
Me río con ella,
muevo mi cuerpo en su musicalidad.

Revierto su forma, me niego a que me la roben.
 Me niego a su odio conservador.
 Me niego a  tus construcciones anacrónicas.

Me río,  pensándote como la decís,
como la pronuncias.
Te pienso porque me obligaste a hacerlo.
Imagino como se mueven tus labios, como sale el sonido, y se arroja desde el cuerpo.

Yo, sin embargo  la pongo en cada oración que me identifique.
 Me nombro pensándote, las veces que la repetiste,  las veces que quisiste hacer de eso tu diferencia.
Me río, por el poder que me diste.  Me nombraste,  me hiciste salir a la superficie.

Me agrupaste en un formato que te gustó,
me construiste el monstruo donde depositar tu odio.

Y yo hoy sólo me digo entre humos y copas de vino:
"Que puta que sos."







martes, 19 de marzo de 2019