jueves, 29 de septiembre de 2016

La huella del deseo

Al final todo se trata del cuerpo y el deseo.
Es el signo que atraviesa y demora la razón en el silencio. 

Entendí el problema de mi vida y la escritura.  Me  construí un lector,  a quien va dirigido lo que escribo. Como si el enigma pudiera ser sólo descubierto en vos, por vos.   Exhibirlo sería como dejar al descubierto quien soy.  El dilema ha venido a ser la indiferencia.  
Yo que busque construirte en lo múltiple. Sos el aleph corpóreo, construido en mis letras.
Somos en tanto nos vamos construyendo.  Yo me construí en la posibilidad de tu lectura en mí.  
Quien soy…?    Un personaje que me creé. Una joven de 26 años, que trabaja todo el día para pagar el precio de su libertad. Que desea vivir de lo que piensa y de enseñar a pensar si es que eso se puede. Soy una adulta que paga sus servicios, va a comprar al supermercado, cocina, lava. 
Pero  la niña que aun esconde sus pequeños borradores del mundo, como quien  oculta  sus dibujos que le parecen garabatos, y teme la violencia de la calificación ajena.  Quien silencia su voz por no considerarla  apropiada, o  deseada. Teje sus locuras en silencio como quien se encierra para jugar con muñecas. 
Eso son las letras, las coloco, las saco, las pongo. Las deformo sin decir nada, o diciéndolo todo. . Somos el relato de lo pensado y descripto. No soy esa, pero tampoco soy esta.  La realidad es indescifrable, lo único registrable, cuantificable  son los modos de repetición en los cuales la vida se nos reproduce en imágenes. Somos el fantasma del recuerdo en la huella del deseo.