martes, 1 de septiembre de 2015

Ya no se trata de ellos, nombres, máscaras. Ya no me estremecen unas manos, ni una piel. No le temo, ni me hace vibrar una articulación vocálica.
El enemigo, ha pasado a ser mi propio cuerpo, pero ya no es sólo una cabeza maquiníca. Sino un cuerpo, esta vez con órganos.  Lleno de ellos, sangrantes, podridos, infectados, suturando.
Se degradan poco a poco, para nadie, para mi.  Ya no son sombras, son ropas, las que duelen.
Y los órganos podridos, no dejan de chorrear, sin morir, se denigran en los líquidos que emanan se derraman, para formar nuevos órganos, podridos y sangrantes.