jueves, 25 de junio de 2015

Punto B

No puedo mirar, la visión se me nubla, me arden los ojos.  El descontrol, el reposo de tu mano fría  la vibración que produce, el puro dolor de la caricia,  contrae mi musculatura.
Me fragmenta, me retuerce, temo y gusto. Saboreo el dolor placentero de sentirme reducida a tu fuerza. No puedo mirarte.
Las intensidades atraviesan mi cuerpo, la misma pulsión que te eyecta, te desea.

Evaluas todo.  Estoy en un banquillo emitís un discurso. Pero no puedo escucharte. Mis oídos no pueden con la inminencia de la voz.  Me evalúas, me medís, toda mi forma, la reducción de mi mente, retorces mi universo,  caminas por mi cráneo.  Escucho el paso firme, se desliza, Avanza. El acompañamiento de graves me ponen nerviosa.

Balbuceando, presionano mis pensamiento, me deslizo por las palabras con dificultad. Te digo: NO avances ………. 
                                                                Y al hacerlo no sale el sonido.

Perdí mi voz .  Pero se puede?  
                            
Lo pienso nuevamente, lo armo, construyo la forma  recuerdo las grafías, pero no como suenan. Vuelvo atrás. A pensar que intentaba decir. Contraigo el abdomen, me impulsa mis brazos, lo saco de mi.  Me ahogo,  algo me punza la garganta.  QUIERO QUEJARME, QUIERO PU-TE-AR-TE …. 

Pero tan sólo un ahogo imperceptible, se desvanece. 

Pienso que la repulsión debe notarse en mi rostro. Vuelvo a intentarlo mis parpados se unen con fuerza, al mismo tiempo que se afirman mis piernas, me abalanzo sobre mi pecho. El peso de mi existencia, cae sobre mí.

No llegues, no alcances. No sigas. No digas. No lo hagas. No beses, no roses, no poses,  no pases. No alcances. No entres, no salgas.  Pero sobre todo NO MIRES.

Mi piel se abre, mis dedos se tuercen, se evaporan los poros, se cristalizan. Lo fragmentan.  
Separan el vacío de mi.

Su mano me atraviesa la espalda, me entumezco. Quiero que te vayas!

Pero no lo digo. No puedo y lo sabes.  La piel se lastima, supura de mi la herida.  Y vos, con una suave violencia introducís tu dedo                y en él: El Aleph

El diámetro sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos incrustándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión  de un texto ingles, vi a un tiempo cada letra de cada página . Vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo. Sentí infinita veneración, infinita lástima.


 Y con él. El éxtasis.






*El éxtasis es el  Aleph, el Aleph de Borges

jueves, 18 de junio de 2015

Intensidad

Estoy hecha de intensidades
y no de perpetuidad.

No soy eterna,
temo que  vos no lo seas....

Cargo con el peso de tu decisión
es algo que soltar y escuchar.

Transpolaste tu existencia
en otra.
Por si los años de distancia te impidiera
elegiste alguien más cercano.

Al que no le fuera pecado tocarme.

Cargo con el peso de tu desidia,
inseguridad, que te acerca y aleja
eres el barco que no puede anclar
lo lleva y lo trae.

Definiste donde descansar
enmascararte de igual
formarte normal

Pero vos no lo sos,
no sos  normalidad
sos la irregularidad cíclica
con toda su potencia
que se levanta con fuerza
y decide caer, aleteando en el aire.