miércoles, 26 de diciembre de 2018

Siempre tengo miedo a que me rompan
Aunque ya esté rota.

Siempre tengo miedo que rompan lo incompleto, lo fragmentada  que quedé.
Que sigan quebrando el despojo recortado que quedó.

Como muchas yo era una nena feliz.
Me recuerdo poco cuando me recuerdo.
Pero me recuerdo cantando, jugando, soñando.

Las luces poco a poco se apagaron, y sólo quedaron cajones de cemento
y horas mirando la pared.
O algún techo de machimbre.
 Elegía jugar y dibujar en mi mente caras, cosas. Podía hacerlo y llorar.

Me vestía de negro. Me cubría hasta el cuello. No me miraba al espejo. Corría la cara cuando me reflejaba.
Me tapaba. No me presentaba, saludaba de lejos y me metía en el cuarto que no era sólo mío, lo compartía con mi hermano bebé.
No tuve cuarto propio hasta que me mudé a los 22 .

Había encontrado la habilidad de hacer cosas mientras lloraba. Tomaba colectivos solo para escuchar música y llorar cuando nadie conocido me miraba.
Iba al secundario llorando. Caminaba llorando. Lloraba en cada baño y cada rincón aunque nunca me vieran.
El dolor de la tracción de las partes. De mis cortes y mis órganos en caos permanente.
Amo para que duela. O para cambiar de motivos por los que llorar.
Aunque lloro. No sé porque lo hago. No puedo posicionarlo en mi mente. Lo escondo para todos. Incluso para mi.
Nadie quiere detalles. Nadie quiere saber como es. Ni que genera,  ni que queda luego.
Nadie quiere saber de que se tratan las pesadillas. Nadie quiere saber porque huyo del cuerpo y de los abrazos.
Porque me duele que me toquen. Porque me rompo más. Aunque ya esté rota.


jueves, 22 de noviembre de 2018

Debo comer
por gusto
No por ganas



Luis Alberto
la voz que me calma

Yo y mi reencuentro con el caos
soy caos
caos en mi cuerpo
aunque buscando la perfecta calma

Se me va la voz
tengo el literal nudo en la garganta y las tripas apretadas

Caos
Tempestad inevitable
anticipable
esperable

Son mis pensamientos galopando
no es posible que haya relación completa
entre lenguaje y pensamiento
cuando la imagen completa en mi mente
se llena de música
y una voz  relata,
y no es mía.

No puedo traducir lo que siento
a la expresión
me convertí en una roca
erosionada por el viento
llenándose de costras, de cosas, de historias.

No se puede construir con peso en la espalda
hay que hacerse lo suficientemente liviano

Hay algo del deseo
perturbador del olvido
el ansiolítico del dolor




Construyo fantasías para sentirme mejor
Lo real, siempre incompleto
siempre inacabado
siempre equivocado.

Estoy en una montaña rusa
a punto de caer

El silencio atónito de otro derecho perdido
de otro retroceso.

Nos han entregado a quien nos desprecia.
Nos usan como el cuerpo de descarte.
Como el desecho que se tira
sin ni siquiera mirarlo.
Nos crean ajenos.

Construyo fantasías
universos de palabras
para configurar algo
aunque sea la nada
el eterno vacío
que debe ser llenado
y no sabemos con qué.


miércoles, 14 de noviembre de 2018

La caricia

La caricia no sabe lo que busca
es irrupción en campo del otro

la acción de comprobación
compruebo con mis manos tu existencia
el volumen de tu corporalidad

el magnetismo de la espera
la curiosidad ansiosa
el deseo de eliminar las distancias
la pulsión reflexiva de probar en silencio
mirando

Midiendo el respiro
construyendo su métrica
conformando la melodía que desliza
prefiere tocar, pero elige rozar

No sabe lo que busca
no se arroja a sus metáforas
prefiere inventarlas

La caricia  siempre inaccesible,
siempre por venir
(....)
ese porvenir puro... sin contenido.


.... Reflexiones entorno a Totalidad e infinito. Emmanuel Levínas



La imposibilidad del canto
el sonido reprimido
la afonía sedimentada en mis cuerdas

Este silencio es más que ausencia
es llenura callada
es historia atada

La imposibilidad del juego
la pérdida de la inocencia
el arribo a la adultez



Soy tu espejo
mirando del otro lado

FT PZ
Universo minúsculo
Pequeño mundo imaginario
ojos nuevos, húmedos.

Fantasía envolvente
pasaje a una realidad paralela

Construcción de utopías y primaveras
en sonrisas ajenas.


Quien suspenda la adultez
y sostenga las utopías infantiles

Quien escape de la sombra de los años
y las preocupaciones rutinarias

Quien se pregunte sin buscar respuestas

Quien se burle del lenguaje
y juegue con sus formas

Quien sonría
sin la vergüenza de esconderse

Quien viaje sin mapa
ni mandatos.

Quien sienta la inercia del movimiento
quien encuentre en la fantasía
una oportunidad de suspender la lógica
y crear nuevas formulas de mirar el presente

Quien no entregue las banderas
Y viva envuelto en pasiones
Reformando


La ciudad

En el mundo de la ciudad
lo difícil es el encuentro
y lo fácil el olvido.

martes, 6 de noviembre de 2018

Hay una melodía sonando
siempre suena  algo en mi. 

Creo un sonido
no tengo con que, le asigno palabras. 
Lo repito en mi cabeza
como mantra redundante.

No hay quien pueda llenar de palabras tus sonidos
no hay quien pueda captar lo que tu balbuceo dijo.

Te hago sonar para mi
para derribar las distancias.

Te construyo
te pongo cuerpo, te mezclo con elementos conocidos
te reduzco a mi universo

El paisaje que me rodea 
es el insumo del que te creo, 
intento imaginarlo y transportarme
no puedo habitar 
este único cuerpo que me sujeta
no puedo nombrarme  en la ausencia

Busqué el elemento de tu fuerza,
el viento que te extrema,
la lluvia que te pega.

La hago coincidir en mi cabeza
con la recurrencia de su voz digitando el sonido
marcando con tus dedos el ritmo.

Ya no suena, ya  no rima
La distancia entre el imaginado y lo aprehensible.
entre el tiempo pasado y el presente.

El silbido juega y me hace volver.
Quiero llenarlo de magia
 y tantos libros para nada.

Me deslizo sobre el teclado
emulando tus manos.
Es la forma del encuentro.

Sos el reducto de mi soledad
el ambiente que lleno cuando nadie está.


martes, 23 de octubre de 2018

Para nosotras el mundo

¿Quien es? ¿Cómo es?
 Es linda, delicada, sumisa.

Resonó, como una canción repetida,
sedimentada en el recuerdo
que se retoma en nuestro presente intacto.

A él lo conozco, se quien y cómo es.
 Su novia  desconocida es sencilla,
es fácil de aceptar no genera contradicciones,
no levanta la voz, no se ríe ruidosa, nada parece inmutarla.

¿Cómo somos?
Me pregunté y me cuestioné.
Somos constructo cultural.
 Desde el momento cero,
nos formaron para no aturdir con nuestra voz,
 ni que nuestra risa irrumpiera un silencio,
 para que nuestros modales fueran  contabilizadamente recubiertos
por una artificialidad que no teníamos, no era genuina
pero debíamos aparentarla.

A mí, también me dijeron como vestir.
Que decir, y cómo.  Con quien hablar y con quien callar.
El patriarcado hablando en cada cena familiar.
Se nos repitió hasta el cansancio, como película en loop.

El pasado continuo aturdiendo nuestras vidas.

Se nos pensó para maternar, para llenar los espacios vacíos con una dulzura
fingida aprendida por el sin fin de novelas que deglutimos en el silencio
de una siesta olvidada.

Esa voz que suena es tan dulce, tan enternecedora.
La voz que esta bien es la que convence pero en pausa.
 La que reta casi sin notarlo.
La que ama incondicionalmente.
La obra de arte que embellece todo, y  mitiga la brutalidad.

Nacimos para enseñar,
para ser la fábrica de reproducción.
Un libro, un manual que pasa de mano de mano.
De madre en madre, de abuela en abuela.
De maestra en maestra.
Hemos sido normadas.
¿Quien escribió ese libro?
En el origen sólo había masculinidades rodeando el paraíso.

El, no busca un par.
ni una construcción igualitaria.
Solo es melodía que rellena el contenido,
lo que hay que decir lo dice él.
Y con eso es suficiente.

No busca un igual, no quiere que nadie los confronte ni opaque su atención.
No desea desafíos, ni que la construcción de sus palabras sea escuchadas entre sus amigos.
La palabra, lo dicho, aquello cantado queda enquistado entre testosterona rancia.
 Estancada
que no fluye.
Repiten hasta el cansancio una imagen que les es cómoda.

No están acostumbrados a que sepamos que decir.
 Cómo decirlo, cómo pedirlo y como conseguirlo.
La espera ha llegado a su fin.
 Los siglos han pasado, tuvieron tiempo para reflexionar.
Ahora sólo queda tiempo para cambiar.

A nosotras la inercia del movimientos nos lleva.
Nos cansamos de ser el decorado el soporte que le otorga estética a lo rustico.

Nos cansamos de ser habladas,
 registradas,
miradas,
pensadas
y diseñadas por otros.

Ya no esperamos que una mirada observadora nos de una visión
que coincida con nuestras pretensiones.
 Venimos a tomar la voz, a invadir los espacios.

Se han abierto las puertas del hogar.
La hora de la reflexión ha terminado para nosotras,
hemos mirado ese lintel sin parar imaginando el día de cruzarlo.

Para nosotras el mundo.


jueves, 11 de octubre de 2018

Llego la hora.

Estamos en crisis. Eso es lo que hacemos cuando nos replanteamos todo.

De fondo se escucha una voz aterciopelada, desgarrada y entre cortada, la batería, y la guitarra con distorsión.

Todo eso que nos rodeo desde siempre y por alguna razón nos creímos que eran juguetes de varones. Ahí estaba tan cerca y tanto miedo generaba. Una tracción, una adrenalina que la veía jugar en las manos de mi hermano. 
 No hay más sexy que una mujer plantada en un escenario con la potencia de la historia, de las voces calladas, silenciadas que hoy se nombran en ellas.
Nunca más estas sola, cuando en momentos de melancolía escuchas la fuerza de lo colectivo. Ya no es el dolor de reafirmar con romanticismo lo que miles de otros momentos nos hizo llorar. Ser nombradas por otros, representadas, nadie puede definir las contradicciones que nos fundan. La potencia del jaque al que nos vimos arrojadas en un mundo que nos nos espera ni nos quiere, pero que es nuestro.

Estamos aprendiendo de apropiarnos de todo, del cuerpo, de la voz, de la representación que queremos. Del lenguaje, de la forma, de las estructuras. Cuando te das cuenta que estas en movimiento todo el tiempo, que hay una fuerza que no  es tuya, pero que emerge de vos. La magia de sentir la historia en tus huesos.

Somos nosotras, las de siempre. Hemos estado dormidas, o simplemente en el silencio de la bronca alojada en nuestros cuerpos. En el fracaso continuo de vivir la vida como lo dijeron.  No nos dieron ni voz ni voto en muchas determinaciones que nos incluía. El tiempo de la historia es hoy. Ser entendido en los tiempos. En el momento que nos toca atravesar. Prepararnos para ello, para el instante universal de hacerte presente y decir, destruir y construir un mundo nuevo con tu propia voz. 

Estamos gritando y no pensamos callar. Algún día vas a tener que parar a escuchar. Mi inconformismo es eso, es poner a prueba tu poder de elegir la libertad y no la propiedad. Soy mía y eso te sacude, eso te incomoda. Llega el momento de tu replanteo, de pensarte a vos y preguntarte quién queres ser sin la condena del poder.

Se cae, lo escucho caer.
Cada día y a cada hora.

hay que disponerse a escuchar.
lo oís? Llegó la hora.
La nuestra.








martes, 4 de septiembre de 2018

Vengo a reivindicar la fiesta.
la nuestra.
La de grasa y choripanes,
las traspiradas, las enérgicas, las bailables.

Vengo a reivindicar la fiesta
como patrimonio propio,
 como la insignia de lo nuestro, de lo intransferible.

Vengo a reivindicar la fiesta
de los cuerpos tocándose, rosándose y gritándose.
La caótica y quilombera.
La indiscreta, y libertina.

Vengo a reivindicarla
como el  espacio de tiempo en el que como zombies de noche
cargados de esperanza aullamos,
nos hacemos sentir.
Y la hacemos temblar.





Cómo se dice?

Cómo se narra el horror?
Leí y resonó en el silencio perturbante de mi cabeza.

Cómo se dice la mirada que se clava?
la noticia que destruye,
la niebla constante,
la resaca de la fiesta alegre.
 La nuestra.

Cómo se narra lo que se quiere ocultar
lo que grita de manera desgarrada en cada frío
eso que  marca las pieles,
cada noche que los encuentra en la calle.

Vino a prometernos un sueño, y lo cumplió
esta mal que disfrutemos de las mieles de nuestro momento feliz?
Si al fin y al cabo
el pasado continuo
 hoy está interrumpido, aturdido de desprecio.

Cuanto odio cabe?  Me pregunté.
 Cada día veo que mucho,
que intenso, que viejo,
que rancio que podrido y que infectando.

¿Cuándo  es que un nene en la calle vino a ser peor que  una bolsa de basura?
¿Cuándo vino a ser  la presencia del desecho, que producen y rechazan?

¿Cómo se narra el horror?
 ¿Cómo se aborda?
 ¿Por cuales de sus aristas,
por cual recoveco se lo traspasa?
¿Cómo se quita?  ¿Cómo se resiste?
 Nos chocaron de frente
nos perforaron el pecho
 nos traspasaron con balas.

¿Cómo se atraviesa el dolor?
  ¿empastillado?
 ¿anestesiado?
 Cuánto hay que guardarse para que no te llegue,
 cuanto hay que endurecerse?

Cómo se dice?
 Cómo se llama? 
Cómo se canta?
  Cómo se quita?

 Traspasa los órganos  doloridos,
 impotentes de silencio y de rabia.

Busco una melodía,
una nota que constante llene el vacío,
mientras la maquinaria funciona, y no descansa.

Ingiero la noche, la como a trazos.
La envuelvo, me regodeo en ella. Como ese lugar común.
Que siempre fue mío.

¿Cómo se dice?

Cómo se narra el horror?

jueves, 14 de junio de 2018

Marea Verde

Desde que tengo uso de razón me quejo de las injusticias. Me pasa por el cuerpo, no puedo evitarlo.
Llegué a este momento cuando comencé a pensarme a amigarme con la construcción de mujer, aunque siempre me rehuse a que fuera nombrada por otro, que otro sea el que planifique mi vida, defina mis principios y lo que quería hacer en mi vida. Muchos momentos como muchas de nosotras los atravesé en profunda soledad. Porque no se podía decir, porque el deseo era pecado, porque pensar en lo que significaba libertad se fundia en la mirada de un otro que queria ponerme en un lugar, en un molde que no me entraba, porque simplemente no quería tener uno.
La literatura me encontró con mujeres, con nuestra voz y la construcción de nuestra subjetividad, me hermanó con muchas que no se sintieron comodas con el lugar que se les asignaba. Hoy entiendo en este proceso que era la resistencia del patriarcado presionando para silenciarnos, para decirnos que no había un lugar de tomar la voz, siempre fuimos habladas por otros.
Pasé la adolescencia, entre tabúes, encierros, miedos, abusos y secretos . Encontré la indiferencia, las espaldas y la fria respuesta mística de encontrar en una fantasía la cura para ciertas marcas.
Caminé bastante, siempre aparecía un alguien para atraerme a la existencia. Y pensar, desarmar como rompecabezas lo pasado y reconfigurar con optimismo el presente.

Ya más dejando la adolescencia decidí abrirme camino, imponiendome con fuerza, pero con costos, caros de pagar. Construía teorías para atravesar mis miedos y superarlos. En el camino comencé a bucear en mis deseos, no sin el terrible miedo, el terrible miedo que ejerciendo mi libertad y autonomia alguien pudiera sujetarme nuevamente. Quiera encerrarme nuevamente en un corset, del que siempre me había intentado liberar. Eso también era para mi la maternidad. La imposición biológica, yo quería dentro mío ser otra cosa, sabía que mi capacidad pasaba por otro lado, pero el único horizonte posible parecía ser ese, el unico destino heredado por la desgracia de tener útero. La violencia sobre los cuerpos ejercida por los cuerpos feminizados, los viví lamentablemente demasiado temprano. Y conviví con ese estigma y ese oscurantismo en el silencio de un baño o una caminata regada de lagrimas.
También me tocó acompañar a muchas mujeres que por la contingencia del deseo, quedaron embarazadas, algunas decidieron continuar, otras no. Siempre supe que era el momento de estar más cerca, porque esa soledad en vela de no saber que hacer, como tu vida puede cambiar nadie la puede saber, nadie la puede entender mejor que otra, otra como vos, que la haya atravesado. Otra que se quizá perdida en sentimientos, no tomó las mejores decisiones, o simplemente por ser victima de manipulaciones o violencias secretas. Comprendí a fuerza de experiencias colectivas que el mismo acto que puede ser de profunda alegría también puede ser de profunda tristeza. Porque la vida es así contradictoria. Pronto pude advertir que no todos miramos con la misma lente la realidad, y que sobre todo que el fracaso de haber nacido con una conformación distinta a la privilegiada, nos colocaba en un lugar de opresión y de profundo silenciamiento.

El lugar de la mujer siempre fue el silencio, el de la no voz, la que es dicha por otros, y cuando una quería infringir esa regla era criticada, porque su voz no era armoniosa, potente y grave. ¿Quien era ella para tener más caracter que él, o creer que su dicho pudiera aportar algo que quisiera ser escuchado?
Hoy lloro, mientras leo miles de insultos y cosas que nos dicen, que nos siguen diciendo, porque una marea de miles de mujeres incomoda. Pero también veo jovenes, nenas, empoderadas, tomando la voz, ejerciendo liderazgo, gritando, rehusandose a ser calladas. Hace tiempo que entendí que mi militancia es por otras, no sólo por mi, a mi me ha dado perspectiva, me ha dado la contención de entender que somos muchas, pero que somos fuertes. Veo madres abrazadas a sus hijxs luchando con ellos por una igualdad, por cambiar el transcurso de las cosas. Porque nunca más toquen a nuestras nenas, porque nunca más tengan que estar solas o sean condenadas al silencio, al desprecio y a la soledad.

Nuestra lucha es nuestra, pero es de ellxs, profundamente, porque días como hoy volvemos a creer que un mundo puede ser mejor, y que la autonomía del cuerpo y de las libertades no se negocian y se conquistan. Me encontré con muchos, en este tiempo en un colectivo, sonriendonos en la complicidad de saber que ese verde era una bandera, una marca, que decía muchas cosas. Me encontré con mis amigas, las que conocí en el camino, con las que hemos llorado y hablado de esto que es ser mujeres, y mujeres en una transición histórica. Aprendiendo mucho de nosotras, de quienes somos, de quienes fuimos y quienes queremos ser. Deconstruyendonos y ayudando a deconstruirnos entre todas.
Tomando la posta de las abuelas y las madres, y construyendo un mundo mejor para las más chicas, aprendiendo en la lucha y enseñandonos unas a otras.

Somos un colectivo, no estamos nunca más solas, y hoy gritamos más que nunca, con el grito reprimido de la historia. Que se gestó en las entrañas, y hoy comienza su alumbramiento.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Creo mi femineidad. A cada salida y cada ocasión. No me gusta ser siempre la misma y no tengo ánimos para aquello tampoco. A veces desaliñada, me incomoda y me gusta incomodar. Otras simplemente juego con la estética. Me transfiero a otro estado. Soy ella y soy otra. Cada uno de nuestros cuerpos encierra infinitas personalidades. Por eso construyó distintos mundos, historias que se narran se cruzan. Imaginación y distancia. Lo concreto lo rutinario olvida, oculta la imaginación con la concreción de estar día a día. Nos obliga a la dependencia. Me incomoda, incomodo. Quien no pudiera contenerse en su individualidad no debería querer estar con un otro. Algo de lo relacionado y construido para las relaciones atañe a la necesidad de autoconstruirnos La falta. Y crearnos el momento, el disfrute. La posibilidad. Jugar con esos fantasmas en tracción. Hay una cueva que imagino. Tenue. Suena un piano se escucha a lo lejos a pesar de la cordillera en medio. Hay algo del orden de lo simbólico, la forma poética de la ausencia. Tan fuertemente hemos construido los lazos de poder en la sociedad que nos condicionamos todo el tiempo para sostener nuestra ciudadanía en ella. Hay una forma de la estetizacion de embellecer lo que no veo. La defino como quiero. Suena un canto balbuceante camina por las notas, y transforma en sonido el silencio. Lo tétrico de los graves disonantes se interrumpe por la primavera del juego animoso digital. Esa madera se reviste en carne. Yo me tapó porque llego el frío, y la temperatura de mi cuerpo desciende con furia. Leo sobre un indio brasileño, un indio negro. Un negro indio. Una blanca brasileña. Una voz grave y pausada. Metida para adentro. Resuena. Me quedo pensando en ello. Y en modificar la norma. Como sacar del corset aquello que hemos puesto. La pulsion, el deseo. Nuestras pequeñas luchas, revoluciones y revueltas. Nosotras las que habitamos aquí, salimos de vez en vez. De una forma menor, jugamos con nuestro anonimato. Con lo invisible a lo que nos hemos resumido. Romántizo el momento, juego y escribo. Me escapo del domingo. Me reencuentro un martes. Me desmayo el viernes. Sigue haciendo frío, buscó la campera y la bufanda. Tomo un vino. Le pongo repetir. Se acercan esos pasajes, miro por la ventanilla por si cambio el paisaje. Ella dice que nieva en santiago, será que la fuerza de las manos nos alcanza un fragmento de su frío. Nieva y se escucha el piano. No importa cuando eso este sucediendo facticamente. La potencia imaginaria lo hace posible. Hoy Nieva en santiago. Se escucha el piano y yo en buenos aires tomo un colectivo que espero me lleve lejos. Aunque sólo llega a moron.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Desbordamos


La violencia impartida en los cuerpos, el desprecio al que fueron condenados. 
El silencio con el que los hemos castigados. El dolor, impotencia y bronca,  marcan las pieles. Allí, la grieta. La verdadera. 
La buscaron, la nombraron, la dibujaron, la pintaron.  La alumbraron para describirla. Para estigmatizarla y vómitarle su desprecio. Pero jamás la encontraron ajena,  nunca le encontraron extraña.

Un germen descompuesto, sedimentado de dolor y  oscuridad nos corroe por dentro.  Y nos infecta, nos enferma. 
Las marcas son parte, nos componen. Nos definen, nos miran, nos hablan.

 Subvertimos su orden, nos apropiamos, nos recubrimos,  atravesamos sus contradicciones,  construimos con ellas las paredes del útero que nos gesta.

Nos inyectamos fluidos. Los propios.
 Nos germinamos en silencio,  navegándonos, tocándonos, sintiéndonos, rozándonos. Apropiándonos de cada carne que sale, que sobra. Pero que habla.
Somos nuestra propia cicatriz, mirándola, reclamándola, odiándola, reconociéndola, gustándola.

 Somos la marca de la tierra que reaparece en el polvo.  Lo impuro, lo contaminado, lo que falta y lo que sobra. Nos desborda.
Desbordamos.