Vengo a reivindicar la fiesta.
la nuestra.
La de grasa y choripanes,
las traspiradas, las enérgicas, las bailables.
Vengo a reivindicar la fiesta
como patrimonio propio,
como la insignia de lo nuestro, de lo intransferible.
Vengo a reivindicar la fiesta
de los cuerpos tocándose, rosándose y gritándose.
La caótica y quilombera.
La indiscreta, y libertina.
Vengo a reivindicarla
como el espacio de tiempo en el que como zombies de noche
cargados de esperanza aullamos,
nos hacemos sentir.
Y la hacemos temblar.
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