jueves, 11 de octubre de 2018

Llego la hora.

Estamos en crisis. Eso es lo que hacemos cuando nos replanteamos todo.

De fondo se escucha una voz aterciopelada, desgarrada y entre cortada, la batería, y la guitarra con distorsión.

Todo eso que nos rodeo desde siempre y por alguna razón nos creímos que eran juguetes de varones. Ahí estaba tan cerca y tanto miedo generaba. Una tracción, una adrenalina que la veía jugar en las manos de mi hermano. 
 No hay más sexy que una mujer plantada en un escenario con la potencia de la historia, de las voces calladas, silenciadas que hoy se nombran en ellas.
Nunca más estas sola, cuando en momentos de melancolía escuchas la fuerza de lo colectivo. Ya no es el dolor de reafirmar con romanticismo lo que miles de otros momentos nos hizo llorar. Ser nombradas por otros, representadas, nadie puede definir las contradicciones que nos fundan. La potencia del jaque al que nos vimos arrojadas en un mundo que nos nos espera ni nos quiere, pero que es nuestro.

Estamos aprendiendo de apropiarnos de todo, del cuerpo, de la voz, de la representación que queremos. Del lenguaje, de la forma, de las estructuras. Cuando te das cuenta que estas en movimiento todo el tiempo, que hay una fuerza que no  es tuya, pero que emerge de vos. La magia de sentir la historia en tus huesos.

Somos nosotras, las de siempre. Hemos estado dormidas, o simplemente en el silencio de la bronca alojada en nuestros cuerpos. En el fracaso continuo de vivir la vida como lo dijeron.  No nos dieron ni voz ni voto en muchas determinaciones que nos incluía. El tiempo de la historia es hoy. Ser entendido en los tiempos. En el momento que nos toca atravesar. Prepararnos para ello, para el instante universal de hacerte presente y decir, destruir y construir un mundo nuevo con tu propia voz. 

Estamos gritando y no pensamos callar. Algún día vas a tener que parar a escuchar. Mi inconformismo es eso, es poner a prueba tu poder de elegir la libertad y no la propiedad. Soy mía y eso te sacude, eso te incomoda. Llega el momento de tu replanteo, de pensarte a vos y preguntarte quién queres ser sin la condena del poder.

Se cae, lo escucho caer.
Cada día y a cada hora.

hay que disponerse a escuchar.
lo oís? Llegó la hora.
La nuestra.








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