jueves, 2 de enero de 2020

Han colonizado nuestros átomos.

No reconocemos nuestros rostros.
Los habitamos con perpetúa extranjería.
Nos borramos la historia, tampoco la escribimos.
Somos nuestros propios saqueadores.
Nos invaden nuestras sangres, las contaminadas en la mezcla.
Nos levantamos contra nuestro hermano.

Una sola mutación genética.
Una sola diferencia.
Somos nuestro propio verdugo.
Nos acosan nuestras contradicciones.
Borramos nuestras marcas, nos secuenciamos, nos duplicamos al infinito.

Y aún así no nos reconocemos,

Nuestras venas siguen abiertas. Y aún sangran.

No hay comentarios:

Publicar un comentario