martes, 5 de febrero de 2013

La fuerza del viento


Hoy más que nunca me ahoga el cemento, el que contienen las paredes de mi casa, que no es mía. Esas mismas! Hoy parecen caerse sobre mi.

Hoy más que nunca me ahogan, quitan mi aliento, perturban mi cerebro.  Sus partículas, que la componen,  el sedimento de piedras, de polvo, el refejo añejo de manos, sudor, dolor.

 Hoy más que nunca necesito -y me detengo a pensar si el uso de ese término es el correcto, y resuelvo que es algo que brota de mi, algo que no puedo doblegar por lo tanto es necesidad y decido dejarlo- .

Hoy más que nunca necesito el mar a la  vuelta de la esquina, una pradera, pasto. La inmensidad en mis ojos, en mi voz, en mi tracto nasal, en mis cartílagos, en mi médula. Atrayéndome, moviéndose, capturandome...
Este ahogo se lleva mi voz. Me enfrenta, aprieta sus manos en mi cuello, me irrita, me enoja y lo sabe. Lo sabe y continua.

Decido salir.


Decido salir. Bajo las escaleras,las interminables, abro esa reja -las puertas de mi cárcel.  La atravieso, no pienso en mirarla cuando recae con el peso de mi brazo. Los autos, la gente,  la arquitectura se traga el sonido y  con él la violencia con la que la arrojé.
 Salgo. El pecho se desprende se mi cuerpo, acompaña el desenfreno de mis palabras en mi mente agitada.

Detengo mis pasos en la puerta. Miro a un lado y al otro....casas, más casas, pavimento, cemento y basura.

Corro... corro

 En la plaza! En la plaza! ...Pienso...

Pero no! a quien se le ocurrió? la necesidad de inundar esos espacios recreativos con tanto cemento, si el barro era lindo, su olor, su color,su textura... ¿Quién lo olvido?
 Hoy solo hay asientos, y ya no hay verde, ya no hay arboles que no estén cercados, que no estén privados, que no estén censurados, vedados...  Se convierten en un lujo que no es posible tener.

Solo bajo mi rostro al suelo, nada queda para hacer...lo maximizo con la ayuda de mis brazos que se desploman también. Se detiene mi pulso, y mis fuerzas.

Los levanto nuevamente, con una fuerza que no era mía, sino del viento,  me despego del suelo y luego un aliento, que fue tuyo,  me  lanzó  a volar. Y no me detuve hasta llegar al mar.

1 comentario:

  1. Tal cual!!! Es la selva de cemento! Asfixia!...Me gusta el retrato...

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