jueves, 28 de marzo de 2019

Cuando tenga un perro ya se como le pondré: Crisóstomo

Porque la pose importa, y el snobismo también.
La risa por la forma extraña de un nombre inesperado en una masa peluda moviéndose por todos lados

Imagino a mi Crisóstomo.  Tendré que acostumbrarme a llamarlo. No es tan fácil nombrarlo pero creo que me puedo acostumbrar.

Crisóstomo, no será de esos perros estrellas, que sorprenden con su inteligencia.
No necesito tanto, sólo quiero una masa peluda emanando calor, caminando cerca mio.
Con que algunas veces se tire a dormir cerca de mis pies, que pueda sentir esa sensación
de la tibieza de un cuerpo, velludo cerca mio. Ese jadear, ese existir sin importar lo que esté pensando. No tendrá grandes ambiciones para su día, ni para los vengan, ni nunca.

No necesito que sea el tipo de perros que haga trucos, yo si fuera uno no sabría hacerlos
(porque no los sé ahora).
Ni que su ladrido emule un idioma, no necesito que responda a mis llamados ni que juguemos a la conversación sin respuesta.
Tampoco necesito que ocupe la cama cuando se encuentre vacía sólo para olvidar su frialdad.
No necesito que me mire complaciente, como si entendiera algo, cuando todos sabemos que eso es imposible.

Crisóstomo, será llamado para la pregunta. Para la investigación, para que busquen cómo? Por qué?
el que me obligue a salir cuando la cueva se cierra en sí y yo la dejo poseer.
Estará sólo para mi, para mi propia conveniencia, para mi propio bienestar, por mi propio egoísmo. Como todos los perros.




No hay comentarios:

Publicar un comentario