Las paredes se agitan,
como un galope cansado,
A cada paso
su respiración
asciende un grado
Le da ritmo a este fuego.
Acá sólo un campo de batalla,
miles de cuerpos diminutos,
se pegotean hasta convertirse en una masa amorfa
Que ya no es posible fragmentar.
Caen de un lado a otro
Sin que nadie los vuelva a levantar.
El sol entra por la ventana,
recorre mi cuerpo, que se adhiere a los demás.
Levanto mi cuello para respirar,
el verde, acotado a un elemento de cristal
hace fuerza para llegar a mi.
La música acompaña,
En cada nota que cae,
Agita su llama.
Regulo el ingreso de aire,
Hoy solo soy un cajón de elementos perdidos
Un ardor de árbol caído.
El piso recuerda su origen,
y combustiona todo incluso a mi.
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