Pasamos horas muertas
devorando conceptos vacíos,
nos consume un deseo irrefrenable
de abarcarlo todo
abrazarlo todo
corriendo nos encontramos,
para explotar.
Un hambre que no se sacia
un torbellino desbocado que no se sabe de dónde viene
y a donde va.
Nos acercamos
y somos incinerados por su llama.
No nos entra en el cuerpo
sabernos tan sólo un recorte
nos desbordan
las múltiples vidas que construimos en la virtualidad.
Las imágenes se nos repiten
miles de rostros se desintegran
con la voracidad de un click
el imaginario de la palabra sola
sin cuerpo,
sin voz.
Que nos devuelvan la vida
que nos devuelvan los cuerpos
las carnes chocando
que nos incendie en la calle
y no deje nada
sólo
ese humo de parrillas engrasadas
ese aroma a barrio de domingo.
.
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