lunes, 3 de febrero de 2020

Todos los días se despierta a la misma hora. A las 9.
Es la misma  pero es distinta. En el segundo ciclo no tiene tanto humor. En el primero (en cambio) si, pero le dura tan solo un rato.  Salta de la cama, tiene puestas las zapatillas. No sabe si desde el primer período, o del segundo.  Llega el tercero. Alguna vez se acuesta, luego se levanta, siempre con lo mismo. Salta. ¿Hace cuanto no se las saca? Lo olvidó.
Salta, luego, corre. Una cosa desencadena la otra. Adentro de su casa la luz es siempre igual. No parece haber variaciones. Agarra la misma calle, pero se cruza un perro. No estaba ahí el ciclo anterior. Se cruzó un gato. Era parecida la secuencia. Pero no la misma. Ahí entendió que necesitaba cortar los días. En la acumulación se perdería, lo olvidaría. El momento del perro. Y el momento del gato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario