Al final todo se trata
del cuerpo y el deseo.
Es el signo que atraviesa
y demora la razón en el silencio.
Entendí el problema de mi
vida y la escritura. Me construí un lector, a quien va
dirigido lo que escribo. Como si el enigma pudiera ser sólo descubierto en vos,
por vos. Exhibirlo sería como dejar al descubierto quien soy. El
dilema ha venido a ser la indiferencia.
Yo que busque construirte
en lo múltiple. Sos el aleph corpóreo, construido en mis letras.
Somos en tanto nos vamos
construyendo. Yo me construí en la
posibilidad de tu lectura en mí.
Quien soy…? Un personaje que me creé. Una joven de 26
años, que trabaja todo el día para pagar el precio de su libertad. Que desea
vivir de lo que piensa y de enseñar a pensar si es que eso se puede. Soy una
adulta que paga sus servicios, va a comprar al supermercado, cocina,
lava.
Pero la niña que aun esconde sus pequeños
borradores del mundo, como quien oculta sus dibujos que le parecen garabatos, y teme
la violencia de la calificación ajena.
Quien silencia su voz por no considerarla apropiada, o
deseada. Teje sus locuras en silencio como quien se encierra para jugar
con muñecas.
Eso son las letras, las
coloco, las saco, las pongo. Las deformo sin decir nada, o diciéndolo todo. .
Somos el relato de lo pensado y descripto. No soy esa, pero tampoco soy esta.
La realidad es indescifrable, lo único registrable, cuantificable
son los modos de repetición en los cuales la vida se nos reproduce en
imágenes. Somos el fantasma del recuerdo en la huella del deseo.
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